Amigo, poco a poco, ello te mato
pero ¿Qué te agobiaba?, querido
¿Qué era? Aquello que tu refugio no soporto
y te sentiste en pleno olvido.
Amigo, ¿Por qué no lo soportaste?
¿Qué era lo que te angustiaba?
porque solo a vivir te limitaste
y conseguiste ser solo un recuerdo de lo que amabas.
Dejando tú pensar y tú sentir en un papel
aunque hoy en día es muy poco de ti.
Si tan solo hubieras esperado más
tus bellezas, más que ello, serian grandezas.
acaso tu inspiración no era razón de vivir,
y tus versos solo serian fingir.
No, lo siento no puedo, no lo he de creer,
hay algo más en ellos
que aumenta el palpitar de mi corazón al leer
cada detalle de tus versos.
Desearía, saber ¿Qué te atormentaba?
regresaría a ese día, te suplicaría ¡Detente!
y así conocería el porqué te lamentabas.
Amigo, esos versos, torpes y tontos para ti
te diré: que con ellos crecí y por ellos escribo
insignificantes mis versos, jamás como los que de ti leí,
querido amigo, dueño de mi infancia, verdadero “Divo”
y el único mentor de mis letras,
me cuestiono la razón de tu locura.
Locura, que te llevo al desenfreno
que sin dudar tu mente entenebreció
letal y lento fue aquel veneno
y la bondad de corazón se desvaneció.
Locura maldita…
que amigo, provoco tu muerte,
acabando con mi mentor.
Como amante de las escrituras
sé que no siempre hay un final feliz…
¡Vaya! Que el escritor de tu historia
también conocía de ello…
Pero que coraje, conocerle…
conocer el autor de tu historia…
dándome cuenta… que eras tú…
Y hoy me pregunto que sirven mis versos
si en ello no hay ningún poder
que provoque que mis ojos te puedan ver
y esto no es el propósito de ellos.
Si no, que mi generación sepa,
que un escritor, no vive en la fantasía
y que la realidad es la misma.
que recuerden a “Alfredo Espino”
como un ser humano…
inseguro como ellos, como yo…
que tu muerte… es la prueba de ello.
Gracias, querido mentor y recordado Alfredo Espino